¿Realmente
se hundió hace miles de años un magnífico testimonio de una antigua civilización
japonesa, o acaso nos toma el pelo la fuerza todopoderosa de la naturaleza? La
mayoría de los geólogos japoneses están firmemente convencidos de que se trata
de una cultura antigua, máxime después de que se hayan descubierto otras cuatro
ruinas delante de la cadena de islas del sur de Japón de la que forma parte
Yonaguni. También delante de Okinawa, 500 kilómetros más al nordeste, descansan
piedras del pasado sobre el fondo del mar. Para demostrar que todos estos
hallazgos representan una cultura antigua, los investigadores en Yonaguni
señalan una especie de pista que rodea las misteriosas rocas describiendo una
larga curva. Este camino tiene una anchura de 6 a 20 metros, y a lo largo del
mismo se alinean perfectamente numerosas piedras de hasta 6 metros de diámetro,
formando una enorme valla.En opinión de los defensores de una cultura, sólo los
seres humanos fueron capaces de hacerlo. En un capitel cónico encima de la
pirámide subacuática se observan, además, las huellas de labores artesanales.
Señales similares aparecen también en una roca muy cercana, en tierra firme.En
el año 360 a. C., el filósofo griego .
Platón describió lo que por primera vez hasta
entonces no era más que un mito oral en Occidente: la leyenda de la Atlántida,
una civilización muy avanzada tecnológicamente que había florecido hacia el
décimo milenio a. C. Pero esa visión no es exclusiva de Platón, en todos los
continentes existen leyendas similares a ésta. En Asia y el pacífico Sur hay
numerosos textos antiguos que cuentan una historia asombrosamente similar. Los
escritos chinos más antiguos describen un lugar llamado Peng Jia, una isla situada
al este y habitada por seres humanos capaces de volar y que poseían una poción
que les daba la vida eterna.
Un antiguo cántico hawaiano narra la llegada de
una raza mágica, venida de una isla flotante situada en el oeste y llamada Mu.
Son numerosas las leyendas de una civilización prehistórica en el Pacífico.
Además, los japoneses llamaban a sus emperadores prehistóricos Jim - Mu, Tim -
Mu, Kam - Mu, etc., lo que quizá significa que sus ancestros fueran
supervivientes de esta civilización.Sin prestar atención al nombre dado, todos
esos lugares legendarios tienen algo en común: que la gran civilización de la
que hablan fue destruida por una gran inundación.Hancock cuenta que
durante el deshielo hubo tres grandes inundaciones. En
una ocasión el nivel del mar subió hasta treinta metros. Tras las inundaciones
hubo supervivientes que emigraron y extendieron su leyenda y los conocimientos
de su civilización por todo el mundo. West cree que el hecho de que las grandes
civilizaciones, que nacieron hace más de siete mil años, construyeran
estructuras similares no es una coincidencia. Una especie de semejanza
universal de diseños que se repite en emplazamientos distintos y alejados:
pirámides de Egipto, templo de Angkor en Camboya, Templo del Sol en Perú,
etc.Pero no sólo todas estas estructuras tienen una forma arquitectónica
parecida, sino que muchas de ellas poseían una función similar.
Es un hecho que
muchas de las estructuras megalíticas antiguas, ya sean en Stonehenge en
Inglaterra o los templos megalíticos en Malta, no sólo constan de grandes rocas
cortadas y talladas por el ser humano, sino que están organizadas y orientadas
según una relación astronómica o solar. Cuando Yonaguni debió de estar sobre
tierra firme, se encontraba exactamente en lo que era entonces el Trópico de
Cáncer. Cerca del monumento hay una piedra a la que los científicos llaman la
Piedra del Sol que podría haber sido usada como reloj o con algún propósito
religioso, con una orientación en sentido norte-sur. Hancock sostiene que la
arqueología es una ciencia muy limitada, ya que centra su atención exclusivamente
en las cosas halladas en la superficie de la Tierra. Según él, se deberían
estudiar las áreas donde pudieron vivir seres humanos antes de la gran
inundación.En septiembre de 1997, Robert Schoch con Kihachiro Aratake, John
Anthony West y Graham Hancock, se propusieron investigar las ruinas de
Yonaguni. El equipo realizó una serie de filmaciones de estas estructuras, una
de las cuales mostraba una enorme formación piramidal de 80 metros. Algunas
estructuras tenían 25 metros de alto, y ángulos rectos perfectos formando
escaleras enclavadas en la roca. Otras se encontraban a sólo 10 metros de la
superficie de las aguas. Descubrieron que, a cada lado de una especie de
pasillo se veían dos filas de megalitos, unos encima de los otros, y los
bloques horizontales tenían la misma forma que los de Stonehenge. Al salir del
pasillo divisaron dos megalitos asombrosamente regulares, que la naturaleza
difícilmente podría haber colocado.
Imagen 24: mapa de las ruinas de Yonaguni. Para los
partidarios de que las estructuras de Yonaguni están realizadas por la mano del
hombre hay más indicios, como poco, asombrosos. Por ejemplo, en la terraza
superior del monumento hay formas que parecen haber sido esculpidas; la
combinación de estos diseños distintos en una misma zona podrían significar una
prueba de la poca probabilidad de que hayan sido formadas naturalmente. A pesar
de todo esto, Schoch afirma que hay ciertas marcas que podrían ser artificiales
y que no se puede excluir la hipótesis de que el hombre le diera alguna
utilidad, aunque originalmente fuera una estructura natural.En julio del año
2000, un equipo de filmación de Canal Historia se sumergió en Yonaguni para ver
las ruinas de cerca. Los buzos vieron una gran estructura plana con dos lados
elevados: el denominado Escenario, que puede que fuera un altar, un escenario o
un trono. Aseguraron que junto al Escenario había un rostro muy similar a las
antiguas representaciones de América Central, sobre todo parecido a algunas
esculturas mayas.En uno de los cementerios más antiguos de la isla, situado en
una colina, las tumbas excavadas en la roca no fechadas muestran una semejanza
estilística con los monumentos submarinos que yacen a un kilómetro de la cosa
de Yonaguni. Esto da a pensar que la civilización que construyó y habilitó las
ruinas por entonces en tierra firme, bien podrían ser las mismas que
construyeron un cementerio en, lo que para ellos fue entonces, sobre una
montaña.
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