En su libro "Un Roman de Tanger. La guerre nouvelle" (1951), el arqueólogo y escritor René Gau aporta
a esta teoría de la Atlántida y al
origen extraplanetario de los
atlantes una nueva contribución, fundada en el descubrimiento, en ur, de
placas grabadas que los servicios políticos norteamericanos mantendrían en
secreto.
Tales placas provenientes de las excavaciones arqueológicas efectuadas
por Leonard Wolley en
1927. Mientras allanaba el terreno, Wooley, bajo un cobre de atavíos, descubrió el pozo que debía
conducirle a la tumba del rey. Luego, se limpió otra estancia, en las que había
numerosos objetos de valor, entre los cuales un estandarte en el que figuraban
dibujos de escenas de guerras. Entre los demás objetos hubo uno que fue hurtado
con habilidad por un trabajador, que disimuladamente logró
llevárselo al concluir su faena.El profesor Gerboult encontró
el cofrecillo robado
a Wooley en
poder de un anticuario, que se deshizo de él mediante un precio excesivo. El
contenido de aquel cofrecillo se
componía de piedras preciosas talladas y joyas grabadas con signos
intraducibles. El profesor Gerboult guardó
intencionalmente "doce hojas de oro" sobre las cuales había dibujadas
unas pictografías, y una estrella de siete ramas de 12 centímetros de diámetro.
El señor René Gau ha
escrito a propósito de los antiguos signos pictográficos grabados en las placas
de oro: "La comunicación parecía
muy diferente de las de las placas de Ur. Por
decir así, parecía un complemento explicativo; hablaba del procedente cofrecillo y de
dos planos que se hallaban allí. Uno indicaba la forma de dirigirse al Alto Egipto en el
hipogeo de los reyes atlantes y el otro daba el plano en estrella de las tumbas
agrupadas de los treinta últimos reyes atlantes, de los cuales el primero y el
trigésimo estaban situados al centro y muy nítidamente marcados sobre la
estrella plana. El lugar parece haber sido fijado un poco aproximadamente, pues las indicaciones hacían comprender que se encontraba
entre veinte y treinta días de marcha del Nilo. Un punto preciso era, con todo, mencionado, y se situaba a
mitad de camino entre Asuán y el
oasis del desierto al oeste. Las hojas de oro traían también la confirmación de
la venida a la Tierra en Atlántida de
seres muy perfeccionados, desembarcados del
cielo, hace más o menos quince mil años".
El relato prosigue así:"Me enteré por la traducción de los
textos grabados que las joyas tenían un valor mucho más arqueológico que comercial. Constituían talismanes provenientes de los atlantes, quiénes a su vez los tenían de "seres que
se decían humanos", remotos hermanos de las estrellas. Estos les visitaron
un día, venidos de las profundidades intersiderales en una nave voladora. Tal descubrimiento debía de servir de base a otras
búsquedas arqueológicas,
ya que confirmaba las opiniones de Platón, con las pasmosa noticia de la
existencia de hermanos de nuestra humanidad terrestre, nítidamente superiores a
nosotros, oriundos de otras galaxias".
El libro de René Gau, "Un Roman de Tanger - La Guerre Nouvelle", existe, encontrándose la edición en
francés.
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