En el archipiélago
de Malta existen unas curiosas huellas prehistóricas, más antiguas aún que sus
templos megalíticos. Los malteses las llaman cart routs (surcos para carros),
pero todo indica que ésa no era su finalidad. ¿Para qué servían entonces y quién
los construyó? Junto a este enigma existen otros, relacionados con los
Caballeros de la Orden de Malta, que todavía plantean numerosos interrogantes.
Había cientos, tal
vez miles de estos caminos que no conducen a ninguna parte en los alrededores
de la localidad maltesa de San Pawl Tat-Targa, muy cerca de donde la tradición
asegura que predicó el apóstol san Pablo. Mi vista se perdía siguiendo los contornos
de estos raíles y mis pasos se interrumpían cuando intentaba seguir su rastro.
Son surcos que se alinean de dos en dos, como carriles paralelos interminables,
horadados en el suelo liso y rocoso. Los libros que yo había leído al respecto
no aclaraban quién los había utilizado ni para qué.
Sin duda alguna,
estaba ante uno de los enigmas más inexplicables del Mediterráneo, un misterio
de tal calibre que ha llevado a más de un investigador hasta Malta para
observarlo de cerca. Eric von Däniken, en su obra "Profeta del
pasado" (1979), señala que estos raíles de las islas de Malta y de Gozo
eran un caso ejemplar de actitud errónea por parte de los arqueólogos. Lo dijo
porque hay muchas teorías que intentan explicar esta red viaria que surca toda
la isla, supuestamente para transportar pesadas cargas, pero la mayoría no se
sostienen ante el menor análisis visual. Däniken concluye que lo único
indiscutible «es que en tiempos prehistóricos ocurrió en Malta algo
extraordinario, algo que no se ha vuelto a repetir jamás en ningún otro lugar
del mundo».
¿Qué fue ese suceso extraordinario que tanto impresionó a
este investigador suizo? Él estaba convencido de que esta isla «debió ser un
centro importante para alguien y para algo». Ese alguien ya se pueden imaginar
quiénes eran para él: dioses extraterrestres.
No en vano, en Malta y Gozo se localizan una serie de monumentos megalíticos que desafían la razón, algunos de ellos están considerados como las estructuras más antiguas que se conservan en pie -los templos megalíticos de Mgarr y Skorba, en Malta, y el de Ggantija, en el islote de Gozo- datados en el 3.300 a.C. Pero estas obras ciclópeas son muy posteriores a las misteriosas carreteras.
Para explicar este enigma se han propuesto las más peregrinas teorías y todas ellas acaban siendo insatisfactorias. Lo más sencillo es pensar que se trata de surcos originados por carros de transporte; surcos que servían para que transitaran por ellos vehículos con ruedas. Pero ¿en una época en la que no existían las ruedas?
No en vano, en Malta y Gozo se localizan una serie de monumentos megalíticos que desafían la razón, algunos de ellos están considerados como las estructuras más antiguas que se conservan en pie -los templos megalíticos de Mgarr y Skorba, en Malta, y el de Ggantija, en el islote de Gozo- datados en el 3.300 a.C. Pero estas obras ciclópeas son muy posteriores a las misteriosas carreteras.
Para explicar este enigma se han propuesto las más peregrinas teorías y todas ellas acaban siendo insatisfactorias. Lo más sencillo es pensar que se trata de surcos originados por carros de transporte; surcos que servían para que transitaran por ellos vehículos con ruedas. Pero ¿en una época en la que no existían las ruedas?
La Versión Oficial:
La teoría oficial nos dice que estos carriles tallados en
la roca habrían servido para transportar grandes losas de piedras destinadas a
la construcción de los templos ciclópeos que se encuentran repartidos entre
Malta y Gozo. Sin embargo, ya hemos apuntado el hecho de que éstos son más
modernos que los surcos. Además, hay que añadir la incógnita de que se trata de
carriles que desaparecen de pronto en barrancos, campos o acantilados. Muchos
quedan cortados al borde de escarpados precipicios. Ninguno se dirige de manera
directa a los núcleos de Hagar Qim, Mnajdra o Tarxien (en Malta) ni a Ggantija
(en Gozo).
Por otra parte, hay que descartar que se tratase de
«raíles», porque no siempre siguen líneas paralelas, presentan diferentes
anchos de vía (incluso dentro de un mismo tramo), algunos se cruzan y, a veces,
forman curvas inverosímiles, de tal manera que los ejes de unas hipotéticas
ruedas quedarían, antes o después, atascados en el suelo. Los isleños les
denominan "cart routs" y reconocen que se trata de un enigma
prehistórico casi único y genuino de Malta. Tan sólo se han encontrado «raíles»
parecidos en Cirenaica (Libia) y en algunas zonas de Sicilia. Es más, estos
"cart routs" hasta se pierden en el mar y eso sí es desconcertante.
Se ha sugerido que Malta debió ser en otros tiempos mucho
más extensa. A escala geológica, se piensa que muy posiblemente estuvo unida a
Sicilia, junto con las islas vecinas de Gozo, Comino y Filfla, en el último
periodo glacial. Al final de dicha glaciación, hace unos 10.000 años, el mar
reclamó para sí varias extensiones de tierra, al provocar el deshielo la crecida
del nivel de las aguas. Antes de conocerse este hecho, se había especulado con
la posibilidad de que estos surcos hubieran sido construidos en la época en que
el nivel del Mediterráneo era más bajo. Pero gracias a las investigaciones
submarinas se ha comprobado que los raíles continúan a gran profundidad,
surcando las rocas del fondo marino, lo que da verosimilitud a la hipótesis de
una unión del archipiélago maltés con otras tierras emergidas en la antigüedad.
Y aquí entramos en
un terreno resbaladizo, porque precisar la antigüedad de estos raíles presenta
grandes dificultades. Al ser de piedra, muchos de los actuales métodos de
datación no son eficaces, ya que no se encuentran en ellos restos de materia
orgánica. Por lo tanto, es necesario fijarnos en los indicios que nos da el
lugar y en su propia disposición.
La teoría que les otorga una antigüedad de 6.000 años se basa en varios puntos: su hundimiento y continuación bajo el mar y el hecho de que algunos pasan por debajo de tumbas del período fenicio (cuyo máximo florecimiento fue entre el año 1000 y el 500 a.C.) y de sedimentos aún más antiguos. También es desconcertante su irregularidad: son surcos dispuestos de dos en dos que tienen aproximadamente 1 metro de distancia entre ambos, aunque no siempre es así, pues sus dimensiones varían desde los 65 hasta los 123 cm. Cada uno de los surcos suele tener un ancho de 10 a 15 cm y una media de 15 cm de profundidad. Ésta es la regla general, pero en algunos casos, como pude comprobar personalmente, superan el medio metro.
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