Cuando el mayor John Tulloch apuntó su cámara fotográfica sobre la ruta donde 70 años atrás tuviera lugar la infame "marcha de la muerte" de prisioneros de guerra en 1945, jamás pensó que su fotografía desnudaría una marcha igualmente tortuosa pero fantasmal.
El oficial retirado del ejército y actual instructor de combate, había tomado fotos desde la ventana de un vehículo 4x4 , de una fangosa ruta en la selva de Borneo, en la cual, durante la Segunda Guerra Mundial, miles de prisioneros de guerra caminaron hacia su muerte.
Al revisar sus imágenes, Tulloch dio un respingo al encontrar lo que parecían ser fantasmales figuras encorvadas, esqueletos marchando casi exactamente en línea con el camino que tomaron hace siete décadas estando vivos.
Hace 67 años, unos 2.400 prisioneros de guerra severamente desnutridos y descalzos, se vieron obligados por sus brutales captores japoneses a caminar 250 kilómetros bajo un calor sofocante durante un mes, y todo aquél que se derrumbaba era muerto por disparo, bayoneta o decapitado.
Las condiciones eran tan espantosas que algunos soldados debieron recurrir al canibalismo para sobrevivir, y sólo seis salieron con vida, aunque sólo porque lograron escapar.
Tulloch tomó la fotografía en 2010, mientras realizaba un reconocimiento de la ruta para organizar una Marcha de la Memoria e inaugurar un monumento conmemorativo y se cree que la sorprendente ilusión fotográfica fue causada por el reflejo a través del parabrisas del patrón de una toalla que estaba en el vehículo al tomar la imagen.
¿Cómo podría definirse esta imagen, está condenado el espíritu de quienes mueren de manera violenta a permanecer en los espacios que habitaron por última vez en vida?
¿Una muestra clara de la existencia de una vida más allá del cuerpo físico?
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