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jueves, 7 de marzo de 2013

La imagen del fantasma que espanta en PDVSA Cabimas (Venezuela)

La gigantesca área de Talleres Centrales de Petróleos de Venezuela-La Salina, en Cabimas, guarda entre sus depósitos una macabra historia que sólo se refleja en la soledad y oscuridad de la noche. El alma en pena de un militar sacude la rutina de trabajo de vigilantes y personal nocturno. Los testimonios sobre experiencias paranormales erizan la piel a cualquiera y transforman la vida de quienes la protagonizan.
La anécdota de Rubén Cárdenas, reservista del Ejército venezolano, así lo confirma. La noche del 4 de diciembre de 2010 marcó su vida. Su guardia comenzó a las 9.00 de la noche. Cuidaría las áreas del depósito 14, sin saber que tendría un encuentro con lo paranormal.
Eran las 12.00 de la medianoche. Estaba sentado en una silla de plástico color rojo. En una mano tenía su celular y en la otra el radiotransmisor con el que mantenía comunicación con la única persona que lo acompañaba, pero a más de 50 metros de distancia.
El ensordecedor silencio erizaba su piel, parecía estar solo, pero sentía una extraña presencia que lo atormentaba. "Decidí caminar, pero al instante regresé. Noté que en lugar de mi silla estaba una de color negro de hierro que nunca había visto. La mía la vi a más de 30 metros de distancia".

Caminaba y sentía que alguien seguía sus pasos. Se sentó y esta vez percibió un peso en su espalda, activó su celular y dijo: "¡Dios, protégeme!". Volteó y con sus ojos cerrados fotografió a un muerto. En el archivo de imágenes de su celular hay dos fotografías. En una se nota el visaje de la persona y en otra el espíritu completo. Se trataba de un militar, según su testimonio.
A seis meses de este hecho su voz aún se entrecorta cuando relata la experiencia. Su piel se eriza y sólo se aferra a un santo rosario de madera, que desde esa noche cuelga en su cuello como protección. Su mamá se lo regaló. Un sacerdote lo bendijo.
Cuenta que sólo tres días después vio por segunda vez al muerto. En esta oportunidad la aparición estaba flotando en el aire. Ese día pidió cambio. "Era un hombre de piel oscura con grandes entradas y bigote. Tenía una chaqueta negra con emblemas en los brazos. Se esfumó entre las gabarras".
Imagen exclusivamente ilustrativa
Espanto que asfixia
La historia del espanto del militar en La Salina atemoriza a más de uno, pues muchos vigilantes que pasaron por ese depósito aseguran que al quedarse dormidos alguien intenta asfixiarlos. Luis Garrido, vigilante, cuenta que un compañero sintió muy de cerca la muerte durante una de sus guardias. "Nunca he trabajado ahí, pero los cuentos de los compañeros se escuchaban casi a diario. Dicen que el que se queda dormido siente que alguien los ahorca".
No hay seguridad de que se trate del mismo espíritu, pero el temor impide que el personal se acerque al lugar. Los ruidos, las voces y los llantos también son comunes. El temor es colectivo. El punto de vigilancia y sus alrededores desde unos meses para acá está desincorporado. Fuentes ligadas a la industria petrolera informaron que el personal se niega a permanecer en el lugar por temor a encontrarse con el espanto.

Dos niños
El vigilante del depósito 9 asegura que por las noches se escuchan las risas de niños jugueteando por toda el área petrolera. En la ventana de su garita ha visto a dos niños que con sonrisas se asoman para ver lo que sucede del otro lado. Asegura que ya no siente temor.

Almas en pena
Cuenta la historia de Cabimas que antes de construirse los Talleres Centrales La Salina, en la década de los 40, el lugar era una zona enmontada utilizada para masacrar y abandonar los cuerpos de hombres y mujeres durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

Fuente: http://informe21.com

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